Una vez más decidimos dar tres menciones honoríficas en vez de dos. Además resolví un empate en el segundo lugar, muy cerrado.
En esta ocasión, además, colocaré todos los cuentos enviados, dejando los resultados abiertos a opinión. No se vale opinar acerca del propio cuento...
Bueno, sin más:
1er Lugar
Líquido - Oscuridad (Colombia)
El hombrecito bebe en una mesa del bar sucio y maloliente. Como es de esperar, va al baño con regularidad. Orina y vuelve. Repite el ritual que su vegija le impone. Va y vuelve. Se bebe el último trago. Está tan ebrio que está feliz. Se pone de pie y se dirige al baño. Antes de entrar se da la vuelta, agita la mano y sonríe a los borrachos que quedan en el turbio bar. Entra.
Amanece.
Echan a los últimos borrachos.
Recogen las sillas.
Barren.
¿Y el hombrecito?
No ha vuelto. No volverá.
2° Lugar
Soleado - Pedro Peinado Galisteo (España)
Desde que el cielo se hizo líquido nos pasamos el día en bañador.
2° Lugar (Bis)
El Inmerso - Arturo Belano (¿Chile?)
Bajo la escalera hay un estante de madera en cuyo centro, coronando el cuadro, hay un frasco de café instantaneo con un feto nadando en formol. Tiene los ojos eternamente entrecerrados y su piel es transparente y delimita difusamente con el medio que lo alberga. No hay diferencia entre el formol y su cuerpo, tantos años de convivencia los han convertido en la misma cosa.
El inmerso tiene las manos cerradas con fuerza, empuñadas, listas para un combate postergado diariamente. Llegado el momento, aun espera, anunciarán su nombre -que no conoce- por el altoparlante, se abrirán las exclusas, escapará por el balcón siguiendo a los pájaros. "Todo será mejor", piensa. "Todo será mejor", reza.
Mañana ocurrirá un temblor de tierra, sus rezos serán por fin escuchados: "Ah, la libertad", exclamará mientras su cuerpecito inerte se derrite reventado sobre la vieja alfombra.
Qué corta es la vida a veces.
3er Lugar
Hielo - Ignacio Olea (México)
En un vaso con Coca-Cola hay 3 cubos de hielo. Como ya llevan un rato y hace calor, han comenzado a derretirse y a hacerse líquido. El primer cubo está asustado, le gusta ser duro y firme como el cubo de hielo que es y no quiere cambiar por nada en el mundo. El segundo cubo, por el contrario, recuerda con alegría sus días líquidos y no puede esperar para volver a ese estado. El último cubo, que es el más sabio, ser o no ser líquido le da lo mismo, porque sabe (aunque parezca contradictorio) que los cubos de hielo no piensan.
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Mención Honorífica
El Sorbo - Andrés Sánchez F. (Colombia)
A las ocho de la noche acostumbraba bajar al parque y fumar un cigarrillo. Y siempre lo veía. Un saco blanco, su cara inexpresiva, zapatillas blancas, pantalón blanco, sin medias. Se encontraba en el parque, parado en medio del verde. Su silencio, sepulcral, no era interrumpido por los cerros o las personas que caminan con su voz chillona y alcohol en la mano.
Allí se quedaba. No importaba si era abril u octubre, cuando la lluvia se prolonga durante casi doce horas. Allí estaba. Nunca se acercaba a nadie, aunque todos lo miraban. Lo miraban y lo deseaban, así fuera para descubrir lo que escondía detrás de sus lágrimas a las ocho y treinta, lo que contenía la botella de agua de la que bebía a las ocho y cuarenta y cinco, y el lento paso hacia su casa a las nueve.
Un viernes, cuando bajé para fumar, la sed me obligó a hacer lo que nadie durante meses había tratado. Perdone, ¿me regala un sorbo? Claro, tome. Eran las ocho y veinte, lo recuerdo bien.
Tan pronto las burbujas de carbonato bajaron por mi seca y carrasposa garganta, descubrí que mi ropa, hasta ese momento azul, se había convertido en un cómodo ajuar blanco de algodón. Me encontraba en medio del parque, sin ninguna expresión en mi cara. Así es desde entonces. Así es hoy. A las ocho de la noche, bajo. A las ocho y treinta derramo unas cuantas lágrimas. A las ocho y cuarenta y cinco bebo de la botella de agua. A las nueve, paso lento hacia mi casa. Ahora todos hablan de mi y me miran. Me desean, pero sólo para saber lo que contiene la botella de agua.
Mención Honorífica
Hambre de Mar - Lemon (México)
Emilio pudo, finalmente, conocer el mar.
Desde niño soñó con el momento de escuchar las olas, de sentir la brisa, de respirar un mundo distinto al asfalto y la contaminación.
Desde niño, sí, practicó cada fin de semana en la alberca del parque municipal para estar preparado para cuando llegara el momento de volverse uno con el agua del mar.
Emilio pudo, finalmente, conocer su triste realidad: que no aprendió a nadar tan bien como él creía.
Mención Honorífica
Letras Líquidas - Caso Patológico (México)
Las palabras se agolpan desesperadas por salir, es la razón de su existencia, sueñan con ser escritas para dejar de ser pedazos de letras sobre un teclado y convertirse en ideas que, con un poco de suerte, mojarán la conciencia de quien las lea.
Mención Especial
Líquido Negro - Samuel A. A. (México)
Cuando salí del baño del café, y mientras me dirigía a la salida, escuché un fragmento de una plática que sostenían dos jóvenes, uno de ellos, muy sano él, tomaba un vaso de agua, mientras el otro, disfrutaba de una coca-cola.
-Deberías de tomar agua, es mejor para el cuerpo.
-¿Agua? ¿Para qué? -El joven miró al techo durante unos segundos y luego volvió a fijar la vista en su compañero- Yo no bebo coca por placer sino para acostumbrarme, porque cuando ya no haya agua en el mundo, esto -señaló el refresco con aire divertido-, será lo único que podremos tomar.
Desgraciadamente, como no podía detenerme más tiempo, no pude escuchar la replica al excelente discurso que el chico había articulado, pero eso sí, recuerdo que mientras tomaba un taxi para regresar a casa, pensé: Joder, cuanta razón tenía...